Desde el punto de vista de las economías familiares uno podría pensar que estos profesionales, muchos de ellos millonarios, deberían tener unos ahorros que les permitiesen afrontar con cierta tranquilidad su 'guerra' con los propietarios, pero nada más lejos de la realidad.
Tal y como afirma el disidente Jerry Stackouse "muchos jugadores viven día a día". Más preocupante es el análisis que hizo Corey Crowder, ex NBA y ex del Barça, que en 'solobasket.com' dijo que "un 60% de los jugadores NBA quiebran una vez cumplen 5 años de su retirada como profesionales".
Para hacernos una idea de lo que supone para los jugadores NBA no cobrar mientras la competición esté suspendida sólo hay que ver los que más han perdido por lo que llevamos de cierre patronal:Kobe Bryant (cobra 307.317 dólares por partido, por lo que sus pérdidas ascienden a los 4,6 millones), Rashard Lewis (4 millones), Tim Duncan (3,8 millones), Kevin Garnett (3,8 millones) y Gilbert Arenas (3,5 millones).
El tener sus cuentas corrientes tiritando ha obligado a algunos a emigrar al extranjero para poder mantener sus respectivos ritmos de vida, aunque existen casos más radicales.
Andy Rautins (jugador de los Knicks que este año debería estar cobrando 1,3 millones) se ha tenido que ir a vivir a casa de sus padres, Delonte West (Celtics) se ha puesto a trabajar en una fábrica de muebles y Donte Greene (Kings) se tuvo que alojar en casa de su madre.
Un dato curioso del 'lockout' son las casas que han puesto a la venta importantes jugadores NBA como Jermaine O´Neal (pide 3,5 millones) o Baron Davis (2,9 millones).
En el 'lockout' de 1998 muchos jugadores ya pasaron serios apuros económicos, pero ni ese antecedente ha permitido que los jugadores NBA afronten con tranquilidad y unidad los primeros días sin cobrar sus cheques.
Ya lo dijo Jim McIlvane en el anterior cierre patronal: "Hay algunos que no son muy inteligentes con su dinero".
Todo apunta a que los consejos, muchos de ellos ridículos, del 'Manual de supervivencia del jugador durante el cierre patronal', no han cuajado.
Al igual que en 1998 no todos los jugadores NBA han sido tan hormigas como deberían, y el 'efecto cigarra' ha desembocado en una importante ruptura interna.
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